domingo, 2 de septiembre de 2012

La Importancia del Salmista


II convivencia de cantores.
Madrid, marzo 1978.
Kiko Argüello.

Que el Señor nos conceda humildad para este servicio
y poder expresar en el ambón los sentimientos del salmista
para ayudar a la asamblea y esto es solo gracia.
La Paz

El cantor
Este servicio es importante en la comunidad. ¿Qué misión tiene el cantor en la comunidad?
:
ayudar a los de fe más débil, la música acompaña y sirve a éste, acompañar a la palabra.

El canto es un sacramento (signo visible), es una forma por la que la comunidad dice a Dios,
mediante signos, que la Palabra proclamada ha sido fecunda, que ha cumplido su misión
en medio de nosotros.

Dice la Escritura que la Palabra de Dios es como la lluvia que cae sobre tierra y siempre la
fecunda, nunca vuelve a Dios vacía. La respuesta a la Palabra en la asamblea es el canto.
Siempre que cantamos Palabra de Dios, se la devolvemos hecha carne, hecha canto, cantada a
una voz.

¿Cuál es la misión de la Palabra en la comunidad?. La Palabra crea la comunión, la koinonía,
el amor entre nosotros. Los amigos cuando se lo pasan bien cantan juntos, no así los enemigos.
De alguna forma la Palabra logra ponernos en comunión. El canto crea la comunión. Tiene la
misión de hacer de la pluralidad, suma de personalidades individuales sin comunión interior, la  
comunidad. El canto expresa lo que hace la Palabra en medio de la pluralidad.

La primera expresión en la comunidad, los primeros berridos, son los cantos, que preanuncian
que se empieza a crear la comunión. Cuando se está en crisis no se canta. Por eso, dime
cómo canta una comunidad y te diré que espíritu tiene.

El cantor ayuda a que la comunidad cante, enseña los cantos. El cantor expresa que la
comunidad nunca subsiste sin Cristo que la fecunda, la perdona, la conduce por el camino que  
va al Padre, El está con nosotros, suscita catequistas, nos lleva paso por paso.

La comunidad no puede cantar sin su cabeza, Cristo. El solista representa a Cristo; la comunidad
responde al solista. Ningún salmo se canta sin estar unido a Cristo.

Todos tenemos un acusador, satán, te quiere convencer que tú eres un cerdo, un imbécil, que
estás neurótico, que nuca cambiarás de vida y te invita a largarte de aquí. Que te vayas y
te dejes de cristianismos, nos dice que Dios no puede querernos. El abogado, el que nos defiende,
es el Espíritu Santo paráclito. Nos dice lo contrario: Cristo ha muerto por todos los pecados.
Para salvar al pecador.

La fuerza del pecado es la ley, dice San Pablo; paga, no tienes salidas, el pecado te aplasta como
una losa, te mete hasta el fondo. La imagen de Cristo es que ha muerto por los pecados. La
imagen de Jesús en la cruz significa que cuando te sientas oprimido por el pecado, me sienta
cercado, la ley me condena, Jesús ha dado la vida por la Ley, Dios me acepta, no me rechaza,
me vuelve a perdonar, tengo en Jesús una luz para mis pecados, Jesús ha abierto un camino, es
el único que me quiere pecador, no quiere que peque porque el pecado me destruye. Viendo a
Cristo conozco a Dios, Cristo intercede, hace de puente, comunica a Dios, el Espíritu de Dios,
que me ama. Por eso Cristo canta con nosotros, dice en el salmo 16: "los enemigos me acusan:
venga de Tí mi sentencia, los demás me condenan, Tú ves la rectitud, soy inocente, tengo....";
Jesús reza con nosotros. Nos permite decir: "Tú me escrutas por la noche y ves que no tengo
malicia en mi corazón". Jesús se ha hecho uno contigo, se presenta ante el padre unido a ti.
Jesús muere, se hace carne conmigo, se ha hecho Kiko, pecador.

Nunca cantamos la Palabra de Dios sin Jesús. Tú sabes que no hay malicia en mí, puedo decirlo
porque Cristo está cantándolo conmigo, me acompaña. Hay una parte que la canta el solista.
La comunidad unida a Cristo remacha. Es importante que el cantor haga el servicio con
un mínimo de humildad:"la humildad es la verdad" (Sta. Teresa).

La música es a la Palabra lo que el Espíritu al cuerpo. Cada palabra tiene una música, la música
es el tonillo. Al hablar lo hacemos con una música. Lo que nos molesta a veces es el tonillo (¡Nos
dice la cosa con retintín!...). Cada palabra tiene una música. Esa música, es el espíritu de la
palabra, como el cuerpo, y que procede del espíritu del hombre, de cómo lo sienta, por eso el
que habla, por su música se puede conocer si suena a falso, pues es difícil engañar, pues no
depende de la razón sino del subconsciente, no la puedes controlar.

Uno se enrolla porque quisiera decir la verdad pero no la dice, no da de lo de dentro y se le
nota. Otro, el neurótico, todos los días contando batallitas. Otro, habla y todos le
escuchan, cuenta sus vivencias, nos damos cuenta de que al hablar da algo, todo el que se da
aporta, da algo.

Cuando uno se enrolla...¿Qué quiere decir que se enrolla?: que envuelve, intenta camuflar sus
palabras, y se nota. La música de las palabras no se puede cambiar. Por eso lo lectores de la
Iglesia no eran gente de la radio, en primer lugar porque no había; se elegían entre los que
tenían fe, que podían testificar el Evangelio. Cuando lo proclamaban metían su música, su vida.

Cuando la comunidad llegue a su madurez surgirán ministerios según su fe. Todo esto es para
decir que con la Palabra cantada es peor. Todo cambia cuando se habla con el Espíritu. De lo
contrario al hablar uno dice su verdad: que es un pecador,..., y no hay quien lo aguante.

Cantar es difícil, no porque haya que vocalizar, etc., sino porque es difícil expresar lo de dentro,
mostrar el contenido del Evangelio. Os invito a cantar en la Verdad, que sale siempre del
corazón, para no ser signos de vuestro pecado. La música no se puede camuflar. Se va a
descubrir en el camino el servicio de salmista, importante y difícil.

¿Cómo se forma un cantor?: el cantor se va formando conforme vive su fe. Hacer buenos
cantores es hacer gente que viva el cristianismo. Conforme vive su fe, crece su posibilidad de decir.

Ahora que hace falta un mínimo de voz, aunque lo importante es que se sienta, y no se
siente porque uno quiera, se nota si uno está afectado, canta con afectación. En la asamblea
cristiana no había este ministerio.

Es importante la postura, pues quita si no el respeto a la Liturgia, porque hay una presencia; con
el cuerpo se dice aquí está Cristo. Estamos en el nombre del Señor, haciendo un servicio, está
el Espíritu del siervo sufriente. El cantor es el que tiene más Espíritu de este siervo, y  
posibilidades de exultar. El canto es la expresión religiosa más alta, más que el templo,
la música. Todas las religiones tienen sus cantos. Cantar con todas las fuerzas, alzando la voz a
Dios. El canto es a la Palabra lo que el Espíritu es al cuerpo... como la danza expresa el amor
comunicado, es una forma de sentirnos unidos al hombre, una asamblea que expresa lo que
hace el Espíritu Santo. Vamos a un tipo de asamblea comunitaria.

El Señor nos llama a convertirnos a cantor, a trabajar nuestro servicio, conocer un mínimo la
guitarra.

Lo más importante del canto es lo que lo conforma, la forma de decir, el músico viene detrás
al servicio del Espíritu. El cantor es un instrumento al servicio del Espíritu. Tenemos la
responsabilidad de que no se cante de cualquier forma, por eso hay que aprender bien los
cantos, cantarlos cercanos a nosotros los catequistas, ya que el Señor nos los ha inspirado
para abrir este carisma.

Testimonio de un preso


TESTIMONIO DE UN PRESO

Querido Kiko: ¡que la Paz del Señor resucitado esté siempre contigo!.
Me llamo Pasquale y soy de la primera comunidad neocatecumenal de la cárcel de Poggioreale (Nápoles). Estoy contento de escribirte esta carta porque cuando me mandaron los anuncios de las catequesis fuí a escuchar solo por asuntos personales, porque quería meterme en el bolsillo al sacerdote, porque ya llevaba ocho meses en la cárcel y pensaba que el sacerdote podía hacerme salir de la cárcel. Sin embargo no sabía que el Señor tenía para mí un proyecto bien distinto. Y cuando fuimos a escuchar las catequesis, éramos 80 presos.
Las catequesis hablaban, pero nosotros no las escuchábamos y hablaban de este camino neocatecumenal, hablaban de este español, de este Kiko, hablaban de la Virgen María, pero a mí personalmente no me importaba absolutamente nada, porque solo pensaba en salir de la cárcel.
Pensaba en todos mis problemas de afuera, pensaba en todos los años de cárcel que ya había pasado y nadie me liberó nunca, como podía liberarme Jesucristo, pero los catequistas seguían diciéndonos que el Señor nos libraría de nuestras esclavitudes, aunque yo, sinceramente hablando, no me lo creía, y decía: "no son más que chorradas, ¿qué quieren estos pelmas?..., ellos ahora se van a casa, mientras que nosotros estamos encerrados aquí dentro y nos vienen a decir todas estas chorradas..., pero a mí, ¡qué me importa!".
Pensaba en todo lo que hacía afuera, pensaba que al salir tenía que vender droga, pensaba robar a la gente para sacar dinero, incluso estaba pensando en meterme en algún clan camorrista, porque quería vengarme de todas las maldades que había recibido.
Pero durante las catequesis estaba naciendo algo dentro de mí, cada catequesis que escuchaba me hacía estar clavado en la silla, ya no era capaz de oir la voz de mis amigos, el Señor quería hacer nacer algo dentro de mí, pero todavía no quería aceptar esa realidad.
Porque el Señor sabía como pillarme, porque El sabía que doy asco, pero el Señor no me abandonó, sabía que yo tenía necesidad de El. El Señor me estuvo realmente cerca porque el sabía que yo era débil, ya sabía de mis perseguidores y no me abandonaba nunca.
Porque luego empezaron las persecuciones, mis amigos empezaron a decirme que era idiota, siempre me decían "pero, ¿cómo consigues estar sentado y escuchar estas bobadas?"..., pero el Señor no me dejaba ir. El sabía que yo tenía necesidad de El, porque en la cárcel es difícil escuchar la Palabra de Dios, porque todos piensan que ir a la iglesia es una vergüenza, porque también yo pensaba todo esto y no estaba confirmado, no había hecho la primera Comunión, no me había confesado en mi vida, es más, los curas y las monjas me eran todos antipáticos e incluso llegué a robarles.
Pero el Señor sabía adonde quería llevarme, a esta nueva vida... Durante la celebración penitencial me encerraba en mí mismo porque tenía miedo de confesarme, de ser juzgado, tenía miedo de la vergüenza, pero algo sucedió dentro de mí durante la celebración, no sé ni como explicarlo, me encontré delante del sacerdote sin ni siquiera darme cuenta.
El Señor quiso llevarme allí, hacerme sentir la alegría dentro de mí, hacerme sentir el amor que El tenía por mí, hacerme sentir que El me quería realmente, que El me estaba perdonando todos mis pecados, porque pensaba que mi vida ya no era nada, que estaba acabada, porque a mi siempre me juzgaron los tribunales y siempre fuí condenado, me dieron siempre años de cárcel.
Pero en aquella penitencial ví cómo el Señor, con todas las maldades, con todo el mal que he hecho a la pobre gente, con toda la droga que vendí a los pobres chavales inocentes, ví que el Señor me perdonó, entonces entendí que había un Dios que no me condenaba, sino que me había perdonado todos los pecados.
Pero la alegría y el amor que el Señor quería darme creía que se acabarían después de la penitencial, pero el Señor, una vez más, se me manifestó en la celebración de la Biblia (de la Palabra -se refiere a la celebración de la entrega solemne de la Biblia por parte de la Iglesia, en el marco de una celebración de la Palabra que tiene lugar en el período de catequesis, una vez realizada la penitencial-) porque después de la celebración volvimos a las celdas y abrí la Biblia al azar y la lectura que salió era precisamente la de "Lázaro, sal fuera!". Allí el Señor me hizo entender que aquel Lázaro que estaba en el sepulcro era yo, el Señor poco a poco me estaba haciendo entender que quería devolverme la vida. Quería hacerme vivir una alegría todavía más grande, la celebración de la Eucaristía. Allí realmente el Señor estaba comenzando a abrir este camino, porque todo me llamaba la atención: los salmos, los cantos...
...Pero de repente sucedió algo... y empieza también la persecución y el pitorreo, mis compañeros de celda empezaron a decirme "pero, ¿quién te obliga a hacerlo?"... y mes tras mes el Señor estaba realmente haciendo nacer algo dentro de mí, me estaba haciendo entender, a pesar de que yo hubiera ido a las catequesis para meterme en el bolsillo al sacerdote para salir de la cárcel.
Pero el Señor me hacía sentir cada vez más feliz porque seguía en la cárcel, el Señor me estaba liberando de mis maldades, de mis esclavitudes, de la esclavitud de la droga, de la esclavitud del mal, el Señor me estaba haciendo entender que mi vida no era el dinero, sino mi familia. Porque yo pensaba que el dinero lo era todo para mí, el Señor me hacía entender que tenía que ir a trabajar y que no debía robar ni vender droga. Lo más bonito era cuando mi mujer venía a visitarme y yo le hablaba de la comunidad. Mi mujer me veía cambiado pero también decía que estaba loco porque yo le decía que cuando saliera la llevaría a la Iglesia y me casaría con ella, pero ella no se lo creía, hacía diez años que estábamos casados por lo civil, pero ella seguía diciéndome que estaba loco porque yo le decía que tenía que hacer la primera Comunión, pero ella no se lo creía. Realmente estaba creciendo en Jesucristo porque me daba cuenta de que ya no me importaba salir (de la cárcel), el Señor empezaba a hablar dentro de mí, hablaba a mi corazón, lo sentía cada vez más cerca con el canto "Quién nos separará del amor de Dios", no hacía otra cosa que cantar este canto. ...El tiempo pasaba y yo no me daba cuenta... y el Señor una vez más quería hacerme vivir algo precioso, porque el juez me dió ocho dias de permiso, pero esta vez no era como todas las demás veces, porque sentía algo distinto a todas las demás veces que había salido de la cárcel. Las otras veces pensaba enseguida en conseguir dinero, pero esta vez el Señor estaba cambiando realmente mi vida.
Porque el Señor me había puesto ante el camino del bien y del mal... estaba realmente cerca de mí y realmente era El quien me acompañaba de la mano porque me quería mucho y me estaba haciendo salir de una esclavitud de la que nunca nadie pudo hacerme salir, de la esclavitud de la droga. ...Estaba muy contento porque sentía que el Señor empezaba a hablar a mi corazón, me daba la alegría de volver a la cárcel porque si no hubiera conocido al Señor seguramente no habría vuelto. Los ocho días de permiso pasados en casa con mi mujer y mis dos hijos fueron muy bonitos porque era muy distinto de las otras veces, porque las otras veces no me importaba nada estar en casa, porque salía corriendo a buscar a mis amigos para ver como debía conseguir dinero, hablando claro, adonde tenía que ir a robar.
Pero luego volví a la cárcel con serenidad y tranquilo... Nuestros catequistas vinieron a vernos y estuvimos celebrando la Eucaristía, y en un momento dado entró una brigada con dos guardias y me llamaron para que saliera porque era libre. Pero yo ya no sentía este deseo de salir y les dije que no me iba hasta que terminara la Eucaristía. El capellán y los catequistas me invitaban a irme porque era libre de salir, pero yo insistía en que quería terminar la Eucaristía. Y los guardias me decían que estaba loco porque nunca habían visto a nadie que no quisiera salir de la cárcel, porque normalmente cuando salen, todos lo dejan todo y se van pitando, pero yo sentía que el Señor hablaba a mi vida. Cuando salí de la cárcel, el Señor me había puesto delante el camino del bien y del mal. He elegido la senda de Jesucristo, la estrecha difícil y cuesta arriba, y empecé a continuar el camino en la décima comunidad de San Giacomo, a pesar de que tenía muchas dificultades porque vivía lejos y no conseguía ir hasta allá porque me faltaba dinero para gasolina, pero el Señor siempre ha estado cerca de mí y así he empezado a experimentar la providencia de Dios y a constatar que El es padre de la vida.
Como primera cosa, quise hacer la Confirmación porque me hacía falta para casarme en la Iglesia y me alegró que uno de los catequistas de la cárcel quisiera ser mi padrino y luego le pedí que también fuera mi padrino de boda y él aceptó. Fué bonito el día de mi boda en la Iglesia, porque realmente sentía que Jesucristo venía a atarme con más fuerza a mi mujer, a la que yo había hecho sufrir tanto, cuando me drogaba y vivía en la muerte, y me daba la posibilidad de tener una familia cristiana en el verdadero sentido de la palabra. Tuve problemas con las personas que estaban a mi alrededor, con los parientes que no creían que yo hubiera cambiado, que no era posible porque siempre que había hecho una promesa, después no la había mantenido nunca, con mis amigos con los que iba a robar y a los cuales les decía que era el Señor quien nos salvaba de nuestras esclavitudes, pero ellos me decían que estaba loco, pero veía lo importante que era hablar de Dios porque el Señor me robustecía, a mí, porque sentía que tenía necesidad de él y he visto cómo el Señor proveyó para mí y para mi familia.
Empecé a trabajar recogiendo la basura por la noche con una empresa privada, haciendo grandes sacrificios porque no quería renunciar a las celebraciones de la comunidad. Luego, cuando la empresa perdió la contrata, me quedé en paro, pero después de poco tiempo Dios proveyó y encontré un puesto de albañil que para mi era agobiante porque tenía que levantarme por la mañana muy temprano y sufría mucho por el cansancio, porque yo nunca había trabajado así, y esto yo no lo aceptaba demasiado bien porque veía que cuando vendía droga trabajaba menos y ganaba mucho más. Pero el Señor me hizo entender poco a poco que solo él era importante y que tenía que trabajar para alimentar a mi familia, y que lo más importante era anunciar su amor a mis compañeros. Lo más bonito para mí es hablar de este Jesucristo resucitado, porque él me ha sacado realmente de lo profundo del abismo, de la oscuridad de la muerte, en donde yo no veía la luz, pero el Señor me ha sacado de nuevo a la luz, me ha devuelto la vida, y por todo eso quiero dar gracias al Señor. Quiero dar gracias al Camino Neocatecumenal, porque si no hubiese conocido el Camino estaría todavía vendiendo droga, estaría todavía haciendo daño a la gente, pero el Señor ha sido realmente bueno, realmente me quiere como un padre. Es el único padre que he tenido en la vida, porque crecí sin padre, es el único padre que me ha querido, con todos mis pecados.
Un día me ocurrió que tuve que ir a un proceso por una vieja historia de droga, y a mí no me importaba nada tener que volver a la cárcel, aunque lo sentía por mi familia y mi comunidad. Y el Señor me mostró su gran paternidad también en este hecho, no dejándome solo, porque al proceso vinieron también los hermanos de mi comunidad, que mientras esperaban se pusieron a rezar conmigo, a pesar de toda la gente que había, y gracias a sus oraciones y a la ayuda del Señor, el juez me dijo que estaba libre y que no tenía que volver a la cárcel. Después de estos años de camino a través de las tribulaciones, las persecuciones, el Señor me está haciendo vivir los días más bonitos de mi vida porque en mi barrio antes se sabía que yo robaba y vendía droga, pero lo más bonito es que ahora solo me ven hablar de Jesucristo.
Querido Kiko, no acabaría nunca de contarte las maravillas que el Señor ha hecho conmigo, me ha hecho experimentar la alegría de tener otro hijo (Emanuele = Dios con nosotros) y un poco después otra hija, de sentirme realmente padre y de hacer entender a mis hijos que siempre me equivoqué en la vida, pero que hoy está Jesucristo, que me ha aceptado con todos mis pecados y con todas las dificultades, que siempre está Dios Padre que provee para nosotros. Yo me maravillo de mí mismo, veo como el Señor se sirve de mí para llevar su Palabra aunque yo no sea digno de hablar de El, pero veo que El se sirve de mí para dar testimonio, de hecho algunos de mis amigos de infancia con los que robaba están viniendo ahora a escuchar las catequesis para poder entrar en comunidades.
Al final de esta carta, la hija de Pasquale quiso añadir:
Querido Kiko, soy una niña de nueve años y también yo he tomado el camino del Señor como ha hecho mi padre que era un drogadicto y un ladrón, pero yo he entendido que lo más importante es tener alegría, amor, fraternidad con Dios y con nuestro prójimo.
El Señor ha cambiado a mi familia y estamos siguiendo siempre a Dios y no lo dejaremos nunca, y siempre le seguiremos a El porque el dinero no hace feliz al hombre, al contrario, le hace infeliz, pero si un hombre sigue el camino del Señor y de la paz, es feliz como mi familia y yo, pues nos ha cambiado y nos ha hecho salir de la tribulación y nos ha hecho felices, alegres y llenos de la luz del Señor, que ha entrado en nuestros corazones.

martes, 14 de agosto de 2012

La Importancia del Tripode



La Comunidad y la crisis


¿Quien no ha pasado por no tener ganas de caminar?¿quien no se ha preguntado alguna vez que sentido tiene estar llegando al mismo lugar, con los mismos de siempre, a oir lo mismo? Ante un momento como ese hay dos caminos: escandalizarnos de nosotros mismos y dar el portazo, o verlo como lo que es: una crisis pasajera y SUPERABLE si hacemos lo que tenemos que hacer.

Nosotros por nuestra parte, no cesamos de dar gracias a Dios, porque cuando recibieron la Palabra que les predicamos, ustedes la aceptaron no como palabra humana, sino como lo que es realmente, como Palabra de Dios, que actúa en ustedes, los que creen.
1 Tesalonicenses 2,13

La crisis es algo normal en el caminar del cristiano, normal, común y silvestre , pero tenemos que aprender a diferenciar las crisis, porque hay una gran diferencia entre tener holgazanería de ir a la iglesia, incomodarse por las actitudes de algún hermano concreto, escandalizarse por los pecados propios o en ultimo caso cuestionar nuestra fe en la Iglesia o en creer en Dios.

La mayoría de veces hacemos una sola mezcla de todo, confundimos todos los tipos de crisis y usamos algunos para esconder los verdaderos motivos de porque caemos en el desgano de hacer el trípode. Es un verdadero circulo vicioso, dejar de recibir palabra nos lleva a la crisis y la crisis nos da excusa para no ir a recibir palabra.

La manera mas común de todas es esconder detrás de las actitudes de otros las verdaderas razones por las que no queremos llegar a la Iglesia, “yo no llego porque no aguanto a X y a Y hermano”, es que “allí no se quieren”, etc. etc. etc. Obviamente es mucho mas fácil buscar excusarse en otro que en escarbar hacia dentro de uno mismo y hacer todo un ejercicio de discernimiento cristiano y descubrir las “secretas intenciones” del propio corazón.

Es inevitable para llegar hasta la crisis el primero pasar por un tiempo con “alimentación ineficiente”, léase ir a veces si a veces no. Ir dejando el espíritu sin palabra de Dios, nos debilita poco a poco, destruyendo nuestros “anticuerpos” ante todas las maneras de pecado y malos pensamientos. ¿Nunca te has fijado que los que menos llegan son los que mas se quejan? es que si no estas alimentando espiritualmente tu alma, de adentro de uno no nace nada bueno, solo el contacto con la palabra “domestica” la bestia quejumbrosa y violenta que andamos cargando.

Pero mas allá de las razones, esta el hecho real y palpable que no queremos seguir, es allí donde la cita de 1 Tesalonicenses coge fuerza, la Palabra de Dios, ACTUA en los que creen. La palabra, el contacto con la palabra, es algo que normalmente despreciamos, “¿para que voy a oír a la misma hermana decir el mismo eco por enésima vez?” "¿Para que voy a escuchar a ese Hermano que habla demasiado?" que no hermano, que no, tu vas a escuchar la palabra, muchas veces no abrimos el oído a la proclamación de la palabra, sino que nos quedamos hasta los ecos a ver de que iba el asunto, cuando la palabra proclamada tiene la fuerza del Espíritu de Dios concentrada, una sola cita le puede decir una cosa diferente a cada uno según el Espíritu Santo crea conveniente (de allí la importancia de escoger buenos lectores en la comunidad). Aun cuando pasemos por tiempos de “sin sentido” el trípode debería ser no negociable porque nos exponemos a una crisis de verdad, lo que empieza con una simple holgazanería puede terminar en un verdadero caos de vida.

¡Animo hermano! La palabra te va a dar vida y sobre todo discernimiento sobre tu vida. Todas las preguntas, dudas y problemas que tienes se resuelven con discernimiento cristiano, pero ese no lo venden embotellado, ¡tienes que ir a recibirlo de la fuente! No te dejes vencer fácilmente, combate por escuchar la palabra que es al final Dios mismo hablando contigo.

Como Hacer Laudes?







INTERVENCIÓN DE KIKO ARGÜELLO
SOBRE LA TRANSMISIÓN DE LA FE A LOS HIJOS
Manila, 23 Enero 2003
Me han invitado a hablar brevemente sobre como las familias en el Camino Neocatecumenal transmiten la fe a los hijos. Miles de familias hoy se encuentran frente al problema de sus hijos que en la escuela y en la universidad están abandonando la Iglesia. ¿Cómo pueden las familias cristianas responder a esta situación de secularización, a este cambio de época, a la globalización, a un ambiente contrario a los valores cristianos?
Dios se ha manifestado a su pueblo sobre el Monte Sinaí. Dios ha querido elegir a un pueblo para revelarse, a través de su actuación, a la humanidad entera. Ha elegido un pueblo de esclavos en Egipto y ha comenzado a actuar con ellos. Dios se ha revelado a través de la actuación en su historia. Después de haber hecho milagros, abriendo el mar y guiando a su pueblo a través del desierto, Dios ha hecho una alianza con ellos. Se ha aparecido sobre el monte Sinaí, allí donde el pueblo vio temblar la montaña y oyó un ruido terrible, la humanidad ha sentido por primera vez la voz de Dios. Y Dios habló así: "iShemá Israel, Adonai Elohenu, Adonai Ehad! iEscucha Israel!. iYo soy el único! iY tú amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente y con todas tus fuerzas y amarás a tu prójimo como a ti mismo!". Pero enseguida añade: "¡Esto lo repetirás a tus hijos cuando estés en casa, cuando estés por la calle, cuando te acuestes y cuando te levantes!". Y cuando llegue el momento en que tu hijo te pregunte: "¿Cuál es el significado de, estas leyes, de estas tradiciones y estos mandamientos?". Tú le dirás: "Éramos esclavos del Faraón en tierras de Egipto y el Señor nos ha sacado con mano potente. Delante de nuestros ojos el Señor ha obrado signos y prodigios contra el Faraón y contra su casa. Nos ha sacado para guiarnos hacia una tierra que había jurado a nuestros padres". Esto está escrito en Deuteronomio 6.
Esta palabra "Shemá" es hoy el Credo fundamental de Israel. Los hebreos ortodoxos la proclaman tres veces al día. Este texto tan importante para el pueblo hebreo a lo largo de los siglos y que ha mantenido unida a la familia hebrea, nos ayuda a entender la importancia de que los padres transmitan la fe a sus hijos y nos muestra también que este mandamiento divino se ha dado a los padres y no se puede delegar a otra persona. Son ellos los que tienen que contar a sus hijos las obras que Dios ha hecho en su favor.
Yo he estado en contacto con muchas familias católicas, familias pertenecientes a la acción católica que estaban también en otros movimientos eclesiales que han delegado a la parroquia la transmisión de la fe a los hijos. Y después cuando los hijos han ido a la Universidad han descubierto que los hijos habían perdido la fe. No han obedecido al mandamiento según el cual ellos son los primeros que principalmente deben transmitir la fe a sus hijos, según el mandamiento divino.
Para los primeros cristianos la transmisión de la fe a los hijos, a través de la Sagradas Escrituras cumplidas en Jesucristo, era una misión fundamental. Conocemos el testimonio en la segunda carta de San Pablo a Timoteo: "Tú, en cambio, persevera en lo que aprendiste y en lo que creíste, teniendo presente de quienes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas Escrituras, que pueden darte la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús" (2 Tim 3,14-15). Esta tradición se ha mantenido de distintas formas en las familias cristianas a lo largo de los siglos. Y es todavía más evidente en el testimonio de numerosos niños y jóvenes que fueron martirizados.
El Camino Neocatecumenal, como iniciación cristiana en las diócesis y en las parroquias, enseña hoy a los matrimonios también a transmitir la fe a sus hijos, en particular a través de una celebración, en una liturgia doméstica.
Nosotros les enseñamos que la familia cristiana tiene tres altares:
el primero es la mesa de la Santa Eucaristía, donde Jesús ofrece el sacrificio de su vida para nuestra salvación. El segundo altar es el tálamo nupcial, donde se cumple el sacramento del matrimonio y se da la vida a nuevos hijos de Dios. Les enseñamos cómo se debe cumplir el acto conyugal, que antes necesitan rezar, y se enseña a los niños que el dormitorio de los padres es un lugar santo. A los cristianos hay que enseñarles que el tálamo nupcial se debe tener en gran honor y gloria. El tercer altar es la mesa donde la familia se reune para comer, bendiciendo al Señor por sus dones. La celebración doméstica, en la cual se transmite la fe a los hijos, se hace alrededor de esta misma mesa, donde los padres pueden pasar la fe a los hijos.
Después de más de treinta años del inicio del Camino Neocatecumenal, uno de los frutos que más nos consuela es ver la familia reconstruida. Y la familia se convierte en un verdadero "santuario doméstico de la Iglesia". Estas familias que están en el Camino están todas abiertas a la vida. El Camino Neocatecumenal tiene una de las tasas más altas de natalidad del mundo -cinco hijos por familia- incluso más que los musulmanes. Les enseñamos qué significa dar un hijo a Dios. Estas familias que son numerosas, cumplen el deber fundamental de las familias cristianas, que es el transmitir la fe a sus propios hijos. Además de las oraciones de la mañana y de la tarde, dan gracias a Dios antes de las comidas y participan en la Eucaristía con sus padres en la comunidad de ellos.
La transmisión de la fe a los hijos se hace principalmente, como hemos dicho, en una liturgia doméstica, celebrada regularmente en el Día del Señor. En esta celebración, como la familia es grande, se prepara la mesa con un mantel blanco, una vela, flores y la Biblia. Uno de los hijos toca la guitarra, otro la flauta y rezan juntos con sus padres y abuelos. En esta celebración los padres rezan los salmos de laudes con sus hijos. Los padres preparan una lectura, que puede ser también el evangelio de la misa de ese domingo. Entonces el padre pregunta a cada hijo: ¿"Que te dice Dios a través de ésta lectura para tu vida?". Impresiona mucho ver como los niños son capaces de aplicar la palabra de Dios a su experiencia de vida. Al final, después de que todos los niños han hablado, los padres dan una catequesis basada sobre su experiencia. Dicen lo que la Palabra significa para ellos. Al final invitan a los niños a que recen por le Papa, la Iglesia, por los que sufren, etc. Después rezan el Padrenuestro todos juntos y se dan el signos de la Paz. Y así cada domingo en cada familia cristiana. . .
El resultado de ésta preciosa atención de los padres hacia sus hijos es que casi el 100% de los hijos del Camino Neocatecumenal permanece en la Iglesia. Esta es la razón por la que hemos llevado 50.000 jóvenes a Toronto y 75.000 a París. Es maravilloso ver como las comunidades neocatecumenales en las parroquias están llenas de jóvenes ¡llenas de jóvenes! Al encuentro con el Papa en Roma, en Tor Vergara, hemos llevado 100.000 jóvenes, todos pertenecientes al Camino Neocatecumenal Y de estas familias numerosas, de este tipo de educación de los hijos, de estas celebraciones domesticas, están surgiendo miles de vocaciones, miles. . . Hemos abierto ya 50 seminarios diocesanos Redemptoris Mater (aplausos); de estas comunidades han entrado en los conventos de clausura 4.000 hermanas; todos los conventos en Italia, benedictinas, clarisas. . . están llenos de hermanas que vienen del Camino Neocatecumenal
Y esto no es un movimiento. Estas comunidades son en las parroquias como una iniciación cristiana que pertenece a la Iglesia. La Iglesia ha reconocido que no somos una asociación ni una congregación ni un movimiento. Nuestra misión es la de ayudar a las parroquias y a los obispos a tener un itinerario de iniciación cristiana que ayuda a madurar la fe - como la sagrada Familia de Nazaret - . Porque Nuestro Señor, la Palabra del Padre, que tomó carde de la Virgen María, nació como un niño que tenia necesidad de crecer para convertirse en hombre, para ser adulto. Solamente de adulto podía cumplir su misión de salvar al mundo cuando llegase a los 30 años. ¿Cómo se hizo adulto? Obedeciendo a María y a José. De la misma forma hoy mucha gente que ha recibido el bautismo tiene una fe pequeña, una fe infantil. Esta fe tiene que crecer en un ambiente cómo la Familia de Nazaret, haciéndose adulta obedeciendo al párroco y a los catequistas, en obediencia al párroco y a los catequistas.
Estamos agradecidos al Pontificio Consejo para la Familia que ha comenzado a interesarse por este fenómeno. Se han quedado sorprendidos de todos estos jóvenes y de lo que estamos haciendo y nos han invitado a proponer a toda la Iglesia el mismo tipo de celebración (doméstica) que nosotros hacemos. Cuando tuvimos un encuentro con Mons. Bugnini, que era un estrechó colaborador del Papa Pablo VI y era el encargado de toda la renovación litúrgica, el RICA, etc. nos dijo que en la Iglesia faltaba una liturgia domestica; y cuando supo lo que estábamos haciendo, quedó muy impresionado. Así que estamos muy contentos de colaborar con el Pontificio Consejo para la Familia y de dar nuestra pequeña contribución a través de lo que Dios esta haciendo con nosotros. Me gustaría proponer todo esto a todos los demás, para ayudar a otra gente, a otras óptimas familias de todas las otras realidades cristianas que tienen dificultad con sus hijos durante su crecimiento, en la escuela. En toda Europa hay un ambiente de izquierdas con una terrible educación sexual que esta contra la enseñanza cristiana. Los padres sufren mucho viendo a sus hijos contaminados por esta cultura. Esta es la verdad.
Y me gustaría hacer entender a toda la Iglesia que lo que estoy diciendo no es un problema secundario, una devoción; es una cuestión de vida o muerte para la Iglesia. ¡Una cuestión de vida o muerte! Si la Iglesia no es capaz de transmitir la fe a la próxima generación, morirá (aplausos). Esto es tan importante que el santo Padre y el Pontificio Consejo para la Familia han entendido que estamos perdiendo. . . hay parroquias que en las cuales ya no hay jóvenes. ¿Dónde están? No es cuestión de hacer teatro u otras estupideces con los niños, sino de darles un contenido verdadero y serio. Porque ellos tienen que hacer frente a un ambiente que esta completamente en las antípodas de la realidad del Evangelio. A través de la globalización del mundo entero, la secularización esta llegando con mucha rapidez, poniendo en crisis a todas la religiones. En Europa estamos perdiendo las escuelas cristianas, no hay más escuelas en las que se enseñe la religión. Las órdenes religiosas no tienen más vocaciones y están abandonando las escuelas y las universidades. Hemos perdido las universidades, y a nuestros hijos se les enseña Hegel, Marx.. . todo lo contrario, el nihilismo. Estas cosas nos las dicen nuestros jóvenes.
Pero a la Iglesia le queda algo que es una fórmula vencedora: la familia (aplausos). Nosotros hemos visto que nuestros hijos, educados en una familia estable, no vacilan en la escuela. Se hacen objetores. Cuando en las clases de educación sexual se les enseña a masturbarse y otras cosas contrarias al Evangelio, se ponen de pie y hacen objeción de conciencia. Los padres van a hablar con el director. No sucumben a todo esto. En la universidad, donde todo es contrario a los valores cristianos, no sucumben, no pueden convencerles. Detrás de ellos están su familia y su comunidad cristiana, una comunidad neocatecumenal de 40 o 50 hermanos que están todos unidos, dónde aparece Dios, donde ya no hay clases sociales. Todos son hermanos: ingenieros, señoras de la limpieza, vagabundos, ¡todos hermanos! No hay diferencia de lengua o cultura, entre blancos y negros, entre gente culta e ignorante. No hay pobres ni ricos, son todos hermanos que se ayudan el uno al otro. Si hay una familia con muchos hijos que no puede llegar a final de mes, la comunidad hace una colecta para ayudarles. La comunidad ayuda a la familia y la familia salva a la Iglesia (aplausos).
Nuestra sociedad está destruyendo la familia y, en particular, Europa está caminando hacia la apostasía y está haciendo que la familia se separe. A causa del trabajó no tenemos tiempo para volver a casa y comer juntos. Las nuevas generaciones ya no comen juntos. En Europa no hay lugares de encuentro, no hay tiempo. Pon la mañana un chico sale a jugar al baloncesto y una chica va a bailar. Están siempre fuera, no se reunen nunca, no se sientan a hablar. La mujer trabaja, el hombre trabaja, cuando vuelven a casa los hijos ya duermen. Y la familia se está destruyendo en cuanto al tiempo (el ritmo del trabajo y los horarios escolares), en cuanto a su composición (parejas homosexuales, parejas de hecho, divorcio), en cuanto a su estilo de vida (la gente vive de un modo que está en contra de la familia) y sobre todo a través de una cultura que nos rodea y que es contraria al Evangelio.
Estamos convencidos de que la batalla real que la Iglesia tiene que afrontar en el tercer milenio, el desafío que tenernos que afrontar y en el que se juega nuestro futuro, es el de la familia. Por esto he dicho que estamos contentos de colaborar con el Pontificio Consejo para la Familia, llevando la experiencia de tantas familias, después de tantos años en los cuales hemos visto que ésta es una fórmula vencedora. Con ellos estamos buscando hacer una guía. Sobre la base de una experiencia de más de treinta años, con familias de diferentes culturas y clases sociales, podemos hacer algo válido, no sólo un esquema diseñado en la mesa de un' bar, sino algo serio, una guía para la familia, una experiencia del camino neocatecumenal a través de la cual la Iglesia puede ayudar a la familia a transmitir la fe a los hijos. Pienso que todo esto es una gran contribución para la familia.
Espero que esta pequeña semilla que ahora sembramos pueda un día convertirse en un árbol lleno de frutos, porque si un niño de cuatro años ha visto a su padre rezar en la asamblea con sinceridad, no lo olvidará jamás, jamás (aplausos). Muchos adultos no olvidarán jamás el modo en el que han celebrado en sus propias familias, donde han visto el amor de sus padres por Dios y cómo rezaban con verdadero convencimiento.

viernes, 1 de junio de 2012

La Cruz Gloriosa




Significado de la Cruz Gloriosa
Dentro de la pedagogía del Camino Neocatecumenal aparece, ya desde los comienzos, un elemento clave que acompañará al catecúmeno en el redescubrimiento de su Bautismo: La Cruz.

Kiko Argüello, iniciador de las comunidades neocatecumenales, diseñó una cruz para las celebraciones que recibiría el nombre, entre los catecúmenos, de "Cruz Gloriosa" . Kiko, como artista que es, ha dotado a la seña de identidad más importante del cristianismo de toda una catequesis en la que nos vamos a adentrar. En el Camino Neocatecumenal existe un cuidado muy especial de los signos, porque todos ellos deben ser para el espectador un reflejo del amor de Dios para con el hombre. No se puede, por tanto, menospreciar el valor y significado de algunos elementos de nuestras celebraciones. Ignorar dicho significado equivaldría a perdernos la oportunidad de participar más directamente del misterio del Amor cristiano: "Amaos como yo os he amado" (Jn. 13,34) pero ¿como nos ha amado el Señor? "Cuando éramos sus enemigos" (Rom.5, 6-10). Veamos que se desprende del misterio.

No fue hasta el siglo IV cuando la cruz se convirtió en el símbolo predilecto para representar a Cristo y su misterio de salvación. Fue gracias a Constantino y a su madre Elena cuando la atención de los cristianos a la cruz fue creciendo, de tal modo que desde el siglo V en Oriente y desde el VII en Occidente se celebra el 14 de septiembre la fiesta de la Exaltación de la Cruz.

En un principio las representaciones artísticas ofrecían a un Cristo glorioso, vestido con larga túnica y corona real; Aún estando en la cruz él es el Vencedor. Más adelante, con la espiritualidad de la Edad Media, se le representará en su estado de sufrimiento y de dolor. Kiko Argüello ha recogido toda la tradición artística de la cruz para representar a un Cristo crucificado por nuestras culpas, como lo profetizó Isaías en su visión del "siervo de Yavhé" (Is. 53) pero al mismo tiempo vencedor sobre las mismas, de tal modo que el que crea sea salvo, como insiste San Pablo en toda su teología de la salvación en la epístola a los Romanos.

La cruz que se utiliza en el Camino Neocatecumenal es una cruz alzada, elevada, a diferencia de otras cruces que podemos encontrar en las Iglesias adosadas al presbiterio o situadas encima del altar, o incluso en suspensión sobre el mismo. Es una cruz también procesional, que permite encabezar con ella el rito de entrada en las ocasiones más solemnes. Pero ¿Qué significado encierra el hecho de ser alzada? ¿Es casualidad o tiene una importancia determinada que ignoramos?

Una de las respuestas la encontramos en el libro de los Números, en un relato en el que los Israelitas son atacados por serpientes enviadas por Dios para castigar la murmuración de su pueblo, fruto de su rebeldía. Moisés, intercediendo por el pueblo, pide a Dios un remedio que permita sobrevivir a los que han sido mordidos, y el Señor le responde:"Hazte un Abrasador y ponlo sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y lo mire, vivirá" (Num.21,8). De la misma manera que todo Israelita que mirara la serpiente colgada del mástil quedaba salvo así todo aquel que mira la cruz levantada recibe la salvación, porque experimenta dentro de su ser el perdón de los pecados.

Es por tanto propicio que la cruz pueda ser visible para toda la asamblea, con una cierta elevación, que permita el descubrimiento del amor de Dios Padre para con el hombre, siendo su Hijo, en la cruz, el camino que nos lleva al Padre.

La Cruz, sobre la que Cristo reina, tiene una dimensión mucho más trascendente de la que podamos imaginar. El hecho de ser alzada tiene también una cierta relación con otro personaje de la historia sagrada: Jacob. Como relatan las Escrituras, Jacob, en un momento de su vida tiene una revelación en forma de sueño. La escalera que él vislumbra en este sueño (Gn.28,12) por la que suben y bajan los ángeles es una imagen fiel reflejo de la cruz de Cristo. Así como la escalera del sueño de Jacob unía el cielo y la tierra del mismo modo la cruz de Cristo "rompe el velo" que separaba al hombre de Dios (Lc.23, Mc.15, Mt.27), y le permite contemplar y gustar de su amor y misericordia. Cristo, siervo de los siervos, ha reunido lo que en un principio estaba unido y quedó separado por la caída de Adán y Eva. La distancia y la incomunicación que había aparecido entre el hombre y Dios, por el pecado de nuestros padres, fue salvada por la Cruz.

La Cruz es esta "escalera de Jacob" que permite al hombre llamar a Dios Abba, Padre; esta escalera que acerca la criatura al creador, que permite al que se había alejado retornar a la casa del Padre. En definitiva, la Cruz es el medio que Dios ha pensado para reconciliarnos con él y para poder darnos de su naturaleza divina, de modo que ya ni la altura ni la profundidad nos podrán separar de Dios (Rom. 8,35).

La cruz es también elevada porque el lugar en el que se produjo nuestra condenación y después nuestra liberación fue junto a un árbol. En el paraíso Adán y Eva desobedecieron a Dios al pie de un árbol, un manzano, y en el Gólgota Cristo y la Virgen repiten la escena pero obedeciendo al Dios y Señor de la Vida junto a un leño, la cruz. Por eso la cruz se eleva como un árbol, árbol de la salvación, que, como canta el salmo, no vacila aún estando delante de fuertes corrientes (Sal.1), y sigue lozano y frondoso aún pasando el tiempo. La cruz es este árbol que nos cobija, que nos protege, que "resiste las corrientes de agua", sobre el que ponemos nosotros nuestra tienda, que nos alimenta con su fruto, Cristo, el pan vivo.

Por último, sobre la elevación de la Cruz, cabe también resaltar la profecía que encontramos en la Escritura por boca de Zacarías, que anuncia a aquel que ha de venir: "mirarán al que traspasaron" (Za. 12,10) por lo que el hecho de que esté levantada permite que nosotros participemos de esta profecía, permitiéndonos ser incluidos en el libro de la Vida.

Sabiendo ya porqué la cruz se levanta pareciendo querer unir el cielo y la tierra, veremos el significado de cada una de las partes de la misma.

El pie de la cruz que hace de base tiene una forma muy característica. Aparecen tres figuras simétricas y curvas. Uno de los extremos de cada figura tiene una forma de cabeza de un animal semejante al águila, con una especie de pico. En este caso es muy importante el número, porque el tres es el número de la perfección. La Escritura enseña que Satanás, el ángel caído, era el más bello de los ángeles, y que fue precisamente su soberbia la que le llevó a enemistarse con Dios. En toda la tradición iconográfica cristiana las representaciones animales poco definidas simbolizaban o escenificaban el mal, entendido como el caos, la oscuridad, la tiniebla, el desorden. Estas tres figuras de animales poco definidas recuerdan la sinuosidad del diablo, que condenado a arrastrase por el polvo (Gn. 3,14) intenta con toda su astucia y maldad engañar al hombre para que rompa con Dios, de tal modo que sea él, y no otro, dios de si mismo.

El demonio lucha para que Dios, que se ha revelado como YO SOY (Dt.5,6), no sea, y la forma de conseguirlo es haciéndonos creer que nosotros SOMOS, que nosotros valemos, que nosotros, en definitiva, somos capaces de distinguir el bien del el mal. El demonio, aprovechando la libertad que Dios nos ha regalado, invita al hombre a separarse de él y ser él el centro de su vida, de su existencia. Cristo, sobre la cruz, muestra la consecuencia de ser "uno mismo" el centro de su vida, es decir, muestra la consecuencia del pecado.

La cruz, levantada sobre esta base que representa el mal, simboliza y anuncia la victoria de la Vida sobre la muerte, de la verdad sobre la mentira. Cristo, el más bello de los hombres (Sal.45), se hace pecado, se hace serpiente (como nos relatan los Números) "para aniquilar mediante la muerte al Señor de la muerte, es decir al diablo, y libertar a los que por miedo a la muerte estaban sometidos de por vida a esclavitud" (Hb. 2,14). Cristo , el YO SOY, el Justo, rebaja su condición a la de esclavo (Flp.2,1), y cumpliendo las Escrituras, que maldecían a los que colgaban de un madero, el "bendito para siempre" se hace maldito, para que nosotros pudiéramos ser los benefactores de su bendición.

Esta cruz que se eleva sobre el mal es imagen de nuestra cruz, que, iluminada, nos hace a nosotros caminar por encima del mal, de las aguas que significan la muerte. Como Cristo mismo reveló: "el que quiera venir en pos de mi, tome se cruz y me siga, porque el que busca su vida la perderá y el que pierde su vida por el amor mío la encontrará" (Mt. 9,35ss). Esta cruz, que está por encima de la muerte y que literalmente la aplasta, recuerda la predicación de San Pablo: "¿oh muerte donde está tu victoria?" (1ªCor. 15).

Por tanto la "Cruz Gloriosa" que se eleva sobre esta base que simboliza el mal reproduce fielmente la victoria de Cristo sobre la muerte, y su elevación, además de significar la gloria y majestad del mismo (Flp. 2,9), indica que sólo Cristo ha sido capaz de "cubrir de vergüenza la muerte", como dice Melitón de Sardes en su Homilía, mostrando así que ésta no tiene poder sobre Él, y que Él si tiene poder sobre ella, de tal modo que todo el que crea en el nombre del Señor se salvará.

La Cruz no es un símbolo decorativo, estético, sino que es una de las formas de ajusticiar que más deshonra y sufrimiento provocaban, tanto es así que los ciudadanos romanos no podían morir de tal modo. La Cruz muestra la fuerza del pecado que está en la Ley (1ª Cor. 15). Pero la Ley, como dirá San Pablo a los Romanos, no ha sido creada para matarnos, es perfecta; Sin embargo ha sido el hombre, engañado por el diablo, el que ha utilizado la Ley para matar al otro, para ajusticiar al otro. En definitiva para matar el TU y poder ser YO. Sin este pecado Cristo no nos habría rescatado: "Oh feliz culpa" cantamos en la noche de Pascua, "que mereció tan gran redentor". La cruz es toda ella una síntesis teológica- catequética que nos enseña la lucha entre el bien y el mal, que nos habla de Adán y Eva y del Nuevo Adán y de la Nueva Eva.

Este palo, que es la columna, que es lo que levanta la cruz, es imagen pues del leño, que tiene muchas prefiguraciones. Una es la leña del árbol prohibido del paraíso, con cuyo fruto Satanás engaño a Adán y a Eva. Recuerda también la leña para el sacrificio de Isaac, porque en esta cruz, en esta leña, se consuma el sacrificio de "nuestro Isaac" que es Cristo, el cordero, que libre y voluntariamente acepta el holocausto en un acto de amor gratuito y eterno, para remisión de nuestras culpas, y para reconciliarnos, como dice San Pablo, con Dios. Este leño es reflejo también de la zarza ardiente, que no se consumía. Esta zarza, cuyo ardor significaba el amor de Dios para con el hombre, es imagen de la cruz, donde se muestra este amor que es la Luz que ilumina a todo hombre (Jn.1). La Cruz estaba también prefigurada en el leño con el que se hizo el Arca de la Alianza, la Shekiná, la presencia de Dios, porque en la cruz Cristo mostraba la presencia de Dios Padre, su sustancia (Hb. 1,3).

Su cruz era portadora del misterio insondable de su Luz que ilumina a todo hombre, y así como el Arca recibía el título de la "Alianza" así la Cruz es para nosotros el arca de la "Nueva Alianza" del "nuevo pacto" de la "Nueva economía de la Salvación". La leña de la cruz estaba también prefigurada en el Arca de Noé, construida con leños y que sobrevivió a las aguas torrenciales que inundaron la Tierra. Esta cruz es nuestra arca de Noé. Si nos subimos a ella no pereceremos, "caminaremos" por encima del mar, imagen de la muerte. Y esta cruz estaba también prefigurada en el cayado de Moisés, con el que abre las aguas del Mar Rojo. Esta Cruz tiene el poder de abrirnos un "camino" en medio de la muerte, del sufrimiento, de la angustia. Solo hemos de cogerla, como Moisés cogió el cayado, en obediencia a Dios, para que nuestro "vino viejo" se transforme en un "vino nuevo".

Seguido del leño, de la columna, aparece en la base de la cruz, propiamente dicha, una gran bola redonda, imagen del mundo. La Iglesia enseña que nuestros enemigos contra los que hay que combatir son tres: El demonio, el mundo y la carne. Hemos visto que el demonio está representado en la base y es el que entra en contacto con la tierra, porque, como Dios ordenó, fue condenado a arrastrarse por la misma. Después de haber visto el significado de la columna, que es el leño, y sus prefiguraciones, llegamos a la representación del mundo, en esta bola, que es imagen de la gran ciudad, de la Babilonia, que nos somete, que nos oprime, que nos persigue, que nos arrebata la paz. La Gran Ramera, que narra el Apocalipsis, es el espíritu de la gran ciudad. La lucha no es contra la ciudad o sus habitantes, sino contra su espíritu, que es el espíritu de su príncipe, el maligno,"el príncipe de este mundo" (Jn.16,11)

Dios ha bajado porque no se ha quedado indiferente frente al sufrimiento de su pueblo. Ha descendido para liberar a los hombres del "espíritu de las tinieblas" que lo tenían preso. Ha venido para dar la vista a los ciegos, y abrir el oído a los sordos, y para proclamar el año de gracia del Señor (Lc.4,18). Este mundo está bajo los pies de Cristo, porque "todo lo sometiste bajo sus pies" (Sal.8). Cristo está por encima del mundo, es decir, por encima de nuestros sufrimientos, de nuestros pecados, de nuestras culpas.

Porque se humilló Dios lo exaltó, dándole el nombre sobre todo nombre, Kiryos, de forma que al oír su nombre toda rodilla se doble, en el cielo y en la tierra (Flp.2). La cruz que se eleva como "perfume suave" sobre nosotros nos hace conscientes de que solo en él se encuentra el amor y solo en él se encuentra el perdón (Sal.130). El mundo está entre Cristo, la Vida, y el diablo, la muerte, y ha sido Cristo el que ha triunfado en este "prodigioso duelo" (Melitón de Sardes) .Tiene poder de caminar sobre las aguas, de vencer este miedo a la muerte que nos atenaza. En esta cruz no participamos de un misterio abstracto, de una entelequia, sino que visibilizamos algo real, tangible: Un hombre que se levanta de la muerte.

Cristo ha vencido al mundo, como dirá la víspera de su Pasión (Jn.16), por una razón concreta: Hacernos a nosotros vencedores y no vencidos, invitándonos a nosotros a pasar de este mundo al padre, ¿como? A través de la cruz.

Después del mundo está la Virgen María, columna de la Iglesia. Al pie de la cruz nos invita a imitar a Cristo, a no escandalizarnos, a no huir del sufrimiento. La Virgen, entre el mundo y Cristo, es nuestra intercesora. Vela por nosotros y nos conduce a su Hijo. Como en las bodas de Canaán nos invita a hacer lo que Él nos diga (Jn.2,5), a obedecerle y a seguirle. Ella es la perfecta cristiana, la primera mártir, que lejos de escandalizarse asume la responsabilidad del "fruto de su vientre" mostrándonos así el camino.

Ella es pues imagen de la Iglesia, que nos acompaña en nuestro camino mientras estamos en el mundo, y nos muestra cómo agarrarnos a la cruz y no huir, como amar sin medida y no odiar, cómo perdonar de corazón y no culpar. Sin la Virgen el sufrimiento de la cruz no se podría entender. Ella, aceptando la voluntad de Dios, nos anima, aún en el sinsentido, a no renegar de su amor y esperar en su nombre. Por eso está presente en esta cruz, porque sin ella jamás podríamos llegar al conocimiento pleno de la Verdad, y poder ver la cruz como Gloriosa.

Tiene en sus cuatro extremos cuatro animales, que son los símbolos de los 4 evangelistas. Estos 4 símbolos, el llamado tetramorfos, están en las cuatro esquinas y representan los 4 puntos cardinales a los que llega el anuncio del Evangelio, es decir, a todas las naciones. El león es Marcos, el toro es Lucas, el águila es Juan y el hombre es Mateo.

La cruz, por último, tiene como vemos forma de anzuelo, porque Dios, mediante la cruz de su Hijo rescata a sus criaturas, nosotros los hombres, de su medio natural, el agua (imagen de la muerte) para concedernos, por pura gracia, una vida en plenitud. Si Cristo murió en una cruz fue para darnos la posibilidad de vivir una vida totalmente distinta a como la vive el mundo, y nosotros hemos sido llamados no sólo para gustar esta vida en este mundo sino para darla a los demás como hizo nuestro Maestro.

En esta cruz es donde reposa el Hijo del hombre, donde descansa y reclina la cabeza. La Cruz, escándalo para judíos y necedad para griegos, es salvación para los que creen en ella. Con su carne destrozada no enseña que el pecado mata profundamente, destroza a los que tenemos a nuestro alrededor, provoca descomunión y soledad. Cristo, clavando su carne, nos enseña a morir a nosotros mismos, a no resistirnos al mal, a poder amar hasta el extremo no solo con el espíritu sino con nuestro cuerpo.

Cristo en la cruz ha cumplido enteramente el Shemá: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas. Haz esto y vivirás" Con la lanzada que traspasó su costado amó a Dios con todo su corazón, y de él salió sangre, imagen de la vida terrena, y agua, imagen del Bautismo y de la vida inmortal. Amó al Señor con toda su mente, crucificando su razón con una corona de espinas, que expresan el dolor del sinsentido del sufrimiento, de la historia de cada uno. Y amó al Señor con todas sus fuerzas, porque sus brazos y manos, con los que trabajaba y hacía fuerza, fueron brutalmente clavados sin él oponer resistencia, mostrando al mundo la no resistencia al mal y la aceptación del otro sin medida, pues el que extiende las manos es para expresar su deseo de obedecer y amar.

La cruz representa por tanto este misterio, nunca mejor dicho, del amor de Dios para con nosotros. Como dijo San Agustín, "La medida del amor es amar sin medida"

La paz.